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El Papa Francisco: un Rockstar Humanista con Sotana

Frase que aprendí de un Chivo, dicha por el Papa

Como típico mexicano, fui criado en la fe católica, aunque, por casualidades de mi linaje y educación, con una fuerte dosis de judaísmo y toques de budismo. Últimamente, incluso he tratado de estudiar el Islam y el Shintoismo, en una búsqueda por encontrar el hilo conductor que tenemos los seres humanos en nuestra cambiante moral, tanto en Occidente como en Oriente. En este contexto, he seguido de manera particular los pasos del Papa Francisco, quien, además de ser un Papa moderno y revolucionario, es un Papa que ama la creación, haciendo énfasis en la naturaleza, la paz y los pobres, como el santo en quien basó su elección de nombre: San Francisco de Asís. Contínuamente me recuerda a un gran amigo (chivo, no equino, QEPD) del Caballo Mayor, quien me enseñó su frase favorita hace unos meses y que ahora está tallada en mi cabeza: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”, frase acuñada por el Papa en misas en Santa Marta, ya que dice que el servicio es lo que dá sentido a la vida y hace fructificar los talentos.

El Papa ha sido noticia recientemente debido a problemas de salud (neumonía y una insuficiencia renal “leve” lo tienen en estado crítico al día de hoy, 25 de febrero de 2025) que han preocupado a fieles y detractores por igual. A pesar de las diferencias de opinión que pueda generar, nadie puede negar que su figura ha sido clave en el debate sobre justicia social, política y religión. Aprovecho entonces para analizar su legado a la fecha y su impacto en el mundo actual.

Jorge Mario Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina. Antes de convertirse en sacerdote, estudió química y trabajó brevemente en este campo. Ingresó a la Compañía de Jesús (jesuitas) en 1958 y fue ordenado sacerdote en 1969. A lo largo de su carrera eclesiástica, se destacó por su sencillez, cercanía con los más necesitados y su enfoque en la justicia social. En 1998 fue nombrado arzobispo de Buenos Aires y en 2001, cardenal por el papa Juan Pablo II.

El 13 de marzo de 2013, Bergoglio fue elegido papa. Su elección fue vista como una sorpresa, ya que no figuraba entre los principales candidatos mencionados por la prensa (aunque se dice que quedó segundo en la elección de 2005, detrás de Benedicto XVI). No obstante, su perfil de hombre austero, cercano a los pobres y con una visión reformista de la Iglesia resultó clave para que los cardenales lo eligieran el Pontífice sucesor, convirtiéndolo en el primer papa latinoamericano y jesuita de la historia. Siempre ha promovido una Iglesia más humilde, comprometida con los pobres y abierta al diálogo con otras religiones y sectores de la sociedad, que esté dispuesta a servir a la humanidad y no a dirigir. Ha enfatizado temas como la ecología, la migración y la economía solidaria, plasmados en encíclicas como Laudato Si’ y Fratelli Tutti. Su liderazgo ha sido reconocido por su llamado a la misericordia, la inclusión y la reforma interna de la Iglesia.

Desde que subió al trono de San Pedro, el Papa Francisco ha sido un personaje que no pasa desapercibido. Un día te suelta un “¡Hagan lío!” y al otro le lanza un dardo envenenado al capitalismo desbocado. Con un discurso que va desde abrazar a los marginados hasta regañar a los poderosos, se ha ganado el cariño de muchos – y la desconfianza de otros tantos. Este Papa se ha destacado como un verdadero humanista, no solo un tipo con buen marketing y buenas intenciones.

El humanismo se trata de poner al ser humano en el centro, de pensar con la cabeza y el corazón. En este sentido, Francisco ha hecho cosas que podrían figurar en un manual de “Humanismo 101”. Ha denunciado la “cultura del descarte”, ha defendido a los migrantes llamándolos “hermanos” y hasta se ha atrevido a decir que los animales también van al cielo. Y ni hablar de su encíclica Laudato Si’, donde regaña a la humanidad por aprovecharse sin remordimiento al planeta. En ese documento, Francisco critica el consumismo desenfrenado y responsabiliza a la avaricia corporativa de la crisis ecológica. No se quedó solo en palabras, ya que instó a los gobiernos a tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático, señalando que “el clima es un bien común, de todos y para todos”. Su insistencia en la ecología integral ha hecho que algunos lo llamen el “Papa Verde”, mientras que sus críticos lo ven como un activista ambiental disfrazado de líder religioso.

Pero ojo, su humanismo no es el que predican los seculares. Cómo es de esperarse, siempre mete a Dios en la conversación, y a veces eso choca con sus seguidores. Por ejemplo, cuando dijo que los homosexuales “tienen derecho a una familia” pero a la vez reafirmó que el matrimonio es solo entre hombre y mujer, fue ampliamente criticado por los más conservadores de la Iglesia. También ha hablado abiertamente sobre su postura sobre la comunidad LGBT+. En varias ocasiones ha dicho que la Iglesia debe acoger a todos con amor y que “Dios no rechaza a nadie”, e incluso, en 2023, abrió la puerta a que sacerdotes puedan bendecir uniones del mismo sexo, lo que fue visto como un paso simbólico de modernización y reforma de la estructura todavía conservadora del Vaticano. Ejemplos de este estilo muestran como es un Papa progresista, que se ha dado cuenta de los puntos en que la Iglesia debe (y puede) evolucionar, y ha empezado a abrir las puertas para lograrlo. Son cambios que no vendrán de la noche a la mañana, pero ya le metió el pie a su propia Institución, y habrá que esperar para ver los efectos reformistas que se deriven de su mandato.

En la arena política y económica, el Papa Paco no tiene pelos en la lengua. Ha llamado “mierda” a la corrupción (literalmente) y ha criticado sin tapujos a los líderes mundiales por no hacer nada frente a la pobreza y la injusticia. Su frase “este sistema económico mata” no le cayó muy bien a Wall Street, pero sí a los que creen que la Iglesia debe estar del lado de los oprimidos. Sin embargo, no se ha alineado con la izquierda. Ha advertido sobre los peligros del populismo (por eso le cae mal a Trump) y ha criticado a los regímenes de corte socialista que prometen soluciones mágicas mientras perpetúan la miseria (¿morenismo?). Ha acusado a algunos gobiernos de manipular a los pobres con discursos vacíos mientras consolidan su poder. Ejem, @peje…

En su encíclica Fratelli Tutti, alertó sobre los riesgos de los extremismos políticos de cualquier signo y defendió la importancia de la moderación y el diálogo genuino. En varias ocasiones ha criticado la burocracia ineficaz y la falta de libertades en algunos gobiernos de izquierda, señalando que el paternalismo estatal termina por asfixiar la iniciativa individual y crea sociedades dependientes de la asistencia del Estado en lugar de fomentar un desarrollo genuino. En su visita a Cuba, por ejemplo, evitó hacer comentarios favorables al régimen, mientras que en Venezuela expresó preocupación por la crisis humanitaria sin respaldar las posturas del chavismo. También ha señalado que los gobiernos que se autoproclaman defensores de los pobres muchas veces terminan convirtiéndose en nuevas formas de oligarquía.

Eso si, hay un líder que ha sido blanco de sus críticas constantes: Donald Trump. Desde el inicio de su primer mandato, el Pontífice no se contuvo al señalar que las políticas migratorias de Trump eran “inhumanas” y “crueles”, en referencia a la separación de familias en la frontera con México. Cuando el presidente insistió en la construcción del muro fronterizo, el Papa disparó con una frase lapidaria: “Quien piensa solo en construir muros y no en construir puentes, no es cristiano”. La declaración provocó una reacción inmediata de Trump, quien cuestionó la autoridad moral del pontífice. Además, Francisco criticó el enfoque de “America First” por ser una visión nacionalista que ignora la responsabilidad global con los más vulnerables. También expresó preocupación por la retórica incendiaria del presidente, afirmando que los líderes deben buscar la unidad y no la polarización. Sin embargo, nunca se pronunció directamente sobre su reelección, manteniendo su postura de no intervenir abiertamente en las elecciones de ningún país. Ahora que ya es presidente de nuevo, estoy a la espera de su recuperación para ver si continua con sus críticas directas y sin tapujos.

Los últimos Pontífices

Si comparamos a Francisco con sus predecesores, se nota un cambio de estilo y prioridades. Benedicto XVI, más teólogo que activista, se centró en la ortodoxia doctrinal y en combatir el relativismo moral. Fue un papa más reservado y académico, preocupado por la secularización y la “pérdida de valores cristianos” en Occidente. En contraste, Francisco se ha mostrado más pragmático y cercano a los problemas sociales del presente, aunque sin dejar de lado la doctrina católica. Por otro lado, Juan Pablo II, carismático y políticamente influyente, fue un firme opositor del comunismo y jugó un papel clave en la caída de la Unión Soviética. Francisco, aunque ha criticado los regímenes de izquierda, no ha tomado un papel tan activo en la geopolítica global como lo hizo Juan Pablo II, prefiriendo un enfoque de diálogo y advertencia sobre los peligros de los extremismos.

Entonces, ¿Por qué digo que el Papa Francisco es un humanista? Bueno, si lo medimos por su defensa de la dignidad humana y la justicia social, no hay muchos personajes tan famosos como el hoy en día que sean tan activos en estos temas. También es un sacerdote, lo que significa que su revolución siempre estará dentro de los límites de la fe católica, como es de esperarse. Es un rockstar con sotana que se atreve a desafiar el sistema, doblando las reglas del juego pero sin romperlas.

En definitiva, Francisco es una mezcla rara entre un abuelo sabio, un activista social y un predicador old-school. Muchos siguen con la duda de si la Iglesia realmente puede ser un motor de cambio o si sigue atrapada en su propia historia. Yo quiero pensar que es un Papa que está abriendo las puertas a un público moderno que está ansioso de recuperar una fe que ha ido perdiendo poco a poco por las implicaciones mismas del cambio de los tiempos que nos ha tocado vivir. Pero de algo estamos seguros: este Papa no es un aburrido más. Desde este establo, le deseamos una pronta recuperación, que regrese ya al Vaticano y continue el movimiento de lenta modernización que se está llevando a cabo en la Iglesia.

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