Querido niño que se esconde detrás del sillón,
Que no se ha bañado y con gran corazón:
Te entendemos.
La vida es corta y el agua está fría.
La esponja te pica y la tina está vacía.
Sigue resistiendo. ¡Hoy es tu día!
¡Que se bañen los adultos que vienen del tráfico ceremonial!
Tu corre descalzo y sigue jugando aunque huelas a barandal.
Trépate a un árbol o inventa juegos absurdos;
“Piso de Lava” no es nada burdo.
La ropa se lava, las rodillas se curan,
Los recuerdos de hoy, eso si dura.
Y si en la escuela te dicen que ya estás grande para jugar,
Diles que no es cierto, que aun estas chavo.
Que vean a los de cuarenta que se quieren disfrazar,
Juegan a ser batman y entre ellos se gritan ¡bravo!
Porque no quieren dejar la inocencia de ser niños,
Solo cambian de juguetes entre guiños.

¡PAREN TODO! ¡GUARDEN SUS FACTURAS, SUS QUEJAS EN TWITTER Y SUS JUNTAS EN ZOOM!
Hoy no es un día cualquiera. Hoy no se discute política, no se va al SAT (¡ni aunque te estén embargando!), no se resuelve la inflación, y mucho menos se lava el carro.
¡Hoy es 30 de abril y es EL DÍA DEL NIÑO!
Ese día mágico, bendito y glorioso en el que celebramos a las criaturas más puras, ruidosas, sinceras, demandantes y adorables del universo: los potrillos.
Sí, esos pequeños seres que se comen los mocos sin culpa, hacen preguntas incómodas en voz alta en el súper, y tienen la capacidad sobrehumana de emocionarse con una caja de cartón vacía.
Y no cualquier niño. ¡Los niños de México! Esos que crecen entre piñatas, chicharrones preparados, luchadores en la tele y abuelitas que te curan el empacho con un té de buganvilia. Esos niños que, por alguna extraña razón, todavía pueden diferenciar entre el sabor del mango con chile, el chamoy, la sandía, el mazapán y el dulce de tamarindo.
Mis queridos potrillos mexicanos: ustedes están viviendo la mejor parte de la vida (aunque no lo sepan todavía). Sí, sí, ya sabemos que a veces ser niño tiene su onda difícil: que si te obligan a hacer la tarea, que si no te compraron el nuevo PlayStation, que si la maestra te puso a exponer cuando no tenías idea, o que si te regañaron por molestar a tu hermanita. Pero déjenme decirles algo, mis pequeños padawans y caballeros del taco: ESTÁN EN LA MEJOR ETAPA DE SU VIDA. Y no lo decimos de dientes para afuera. Lo decimos con el alma de caballos maduros que ya pagamos predial, ya sabemos qué es el ISR, y ya no podemos comer tortas de tamal sin pensar en los triglicéridos.

Ser niño es estar en una especie de limbo mágico donde todo es posible. Donde puedes imaginar que tu escoba es un unicornio, tu perro habla inglés, o que tú eres el Power Ranger rojo y nadie te lo puede discutir. ¿Quieres construir una nave espacial con botellas de Yakult vacías y cinta canela? ¡Hazlo! ¿Quieres inventar un idioma secreto con tus primos para hablar mal de los adultos? ¡Adelante, mi precoz potrillo políglota!
Miren, niños, hay algo que tienen ustedes y que nosotros, los chavorucos de más de 40 años, ya perdimos: la inocencia. Y no, no hablamos de “la inocencia” esa que dicen que se pierde en la adolescencia y que luego se convierte en plática incómoda con tus papás. No. Hablamos de esa hermosa capacidad de ver el mundo sin cinismo, sin filtros, sin miedo y sin vergüenza.
Los niños pueden ver una nube y decir:
—Mira, parece un dinosaurio comiéndose una torta.
Y suena perfectamente razonable.
Ven una caja y no piensan “hay que reciclarla”, piensan “¡tengo un nuevo castillo!”. Esa capacidad de asombro es lo más fregón que existe, y la traen de fábrica. Después, con los años, los adultos la vamos perdiendo entre pendientes, cuentas, y la cruda realidad (a veces literal).
Por eso, este Día del Niño no solo se celebra que existan… se celebra que todavía tengan la chispa, la risa espontánea, el juego, el “¿y si sí se puede?”. Porque esa etapa donde puedes jugar a ser quien quieras sin que nadie te juzgue… solo pasa una vez.
Niño mexicano: eres una leyenda en formación
Mira, escuincle, chamaco, mocoso, travieso adorable, naciste en un país donde la creatividad es moneda corriente. Donde si se va la luz, la imaginación la reemplaza. Donde hay niños que inventan juegos con tapitas, construyen canchas con piedras, y hacen torneos de canicas más organizados que las elecciones del INE. Tienes a tu alrededor el espíritu de la lucha, del baile, del taco y del mariachi. Puedes crecer viendo a tus papás bailar cumbia con una taza en la mano sin derramarla, a tu abuelita preparar mole por puro instinto, y a tus tíos resolver una discusión con un partido de fut en la calle.
¡Eres parte de una generación increíble!
Una generación que está creciendo con memes, TikToks, clases por Zoom y debates sobre si el Chavo del 8 vivía en la vecindad o en nuestra cabeza.
Y aún con todo eso, sigues corriendo, soñando y preguntando cosas como:
—¿A dónde se va el sol cuando llueve?
—¿Por qué los perros no usan zapatos?
—¿Los extraterrestres comen tacos?

Y para los caballos y yeguas papás, tíos, tías y adultos responsables de estas criaturas, ¡Un aplauso (y un mezcal si es necesario)! Ustedes también merecen su reconocimiento, porque criar a un niño no es cualquier cosa. Se necesita paciencia, amor, un hígado resistente, y la capacidad de repetir la misma película de Disney 43 veces sin perder la fe en la humanidad.
Pero más allá del estrés, las tareas, los berrinches y las montañas de juguetes que aparecen misteriosamente bajo la cama, están formando seres que serán los que nos cuiden cuando ya no podamos agacharnos sin hacer sonidos de esfuerzo.
Así que gracias, equinos, por darles a los niños esa infancia donde pueden equivocarse sin miedo, explorar sin límites, preguntar sin censura y crecer con amor. No hay mejor regalo que ese.
Porque cuando creces… ¡ay, papá! Uno de niño quiere ser grande. “Quiero tener mi dinero, mi carro, mi casa, mi libertad” —decíamos, con los dientes flojos y los sueños intactos.
Pero luego creces, y resulta que tener casa cuesta más que ir a la luna, el carro consume más gasolina que Godzilla con hambre, y la libertad viene con impuestos, tráfico y llamadas del banco. Ser adulto no es tan divertido como parecía. No hay recreo, no hay siesta obligatoria (y vaya que la extrañamos), y si te caes en la calle ya no te levantas riéndote, te levantas checando si traes seguro médico.
Así que por favor, potrillo que estás leyendo esto (o equino que se lo lee a un niño mientras disimula la nostalgia en la garganta):
No te apures en crecer.
Ya llegará el momento de preocuparse. Por ahora, preocúpate solo por no caerte del columpio, por pasar el videojuego que te tiene loco, o por conseguir otra paleta porque se te cayó la que tenías.
Conclusión (aunque a los niños no les gusten las conclusiones)
Queridos niños de México:
¡FELICIDADES HOY Y SIEMPRE!
Son el futuro del país, sí, pero más importante aún: son el presente más divertido, caótico, brillante y honesto que tenemos.
Son el recordatorio de que reír por cualquier cosa es válido.
De que bailar aunque no haya música es natural.
De que comer helado con la cara embarrada es señal de que uno está vivo.
Sigan siendo ustedes.
Sigan preguntando cosas raras.
Sigan soñando en grande.
Y sobre todo, no dejen que nadie les quite la magia de ser niños.
Hoy es su día.
¡Pidan doble postre, exijan otra vuelta en los columpios y prohíban que los regañen hasta el 1º de mayo!
¡FELIZ DÍA DEL NIÑO, ESCUINCLADA NACIONAL!
¡LOS QUEREMOS MIL!
🥳🎉👶🍭🚀🐵