A ver, hablemos sin reservas ni tapujos: Claudia Sheinbaum y sus políticas ambientalistas. No importa si son fifis, chairos, PANistas, AMLOistas, 4Teistas, tecnócratas, o whatever. Todos somos mexicanos y, la mayoría de los que leen esto, chilangos. Así que podemos platicar sanamente de esos grandes temas que nos están afectando a todos de una manera irremediable en el futuro cercano. MUUUUUUY cercano. Entre ellos, el tema del cambio climático.
Déjenme primero confesarles que en el último año he adquirido un interés muy particular por este tema, gracias a La Yegua Amada, quien a principios del año pasado tomó la increíble y fabulosa decisión de continuar sus estudios al cursar una Maestría en Responsabilidad Social (lo que me ha hecho un caballo sumamente orgulloso) que incluye muchos temas de sustentabilidad y por lo tanto de cambio climático. Así que he aprendido, gracias a las conversaciones diarias íntimas con ella, mucho del tema. Y los potrillos están en entrenamiento continuo para que tengan un lugar mejor en el futuro.
Pero regresemos a la Sheinbaum y sus campañas en 2018 y 2024. Sí, esas épocas en las que nos prometieron una CDMX (y luego un país) digna de salir en revistas verdes internacionales, con menos humo y más espacios verdes, como si viviéramos en una utopía escandinava. Pero, ¡ah, el encanto de las promesas de campaña! Entre ciclovías, paneles solares y discursos llenos de intención, la pregunta real es: ¿funcionaron estas políticas o se quedaron como esas dietas que uno empieza el lunes y abandona el miércoles?

Veamos primero un poquito de su currículo para checar su potencial credibilidad. Estudió Física en la UNAM, si, pero mientras estuvo becada en Berkeley, escribió muchos artículos relacionados con el uso de las energías y las emisiones de dióxido de carbono en diversas industrias, a la par que obtuvo el título de Maestra en Ingeniería Energética al escribir una disertación titulada “Economía del Uso Eficiente de la Energía Eléctrica en la Iluminación.” Su doctorado en la UNAM lo recibió con una tesis que habla del mismo tema, el uso de la energía, pero enfocado en las tendencias en el uso residencial de la misma. Y en 1995 empezó formalmente a realizar investigaciones sobre el cambio climático al formar parte del cuerpo académico del Instituto de Ingeniería de la UNAM. ¿Le seguimos? Estudió en el ColMex el Programa de Estudios Avanzados en Desarrollo Sustentable, es parte desde el 2007 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), y luego fue Secretaría de Medio Ambiente del Distrito Federal (aunque con AMLO…). En pocas palabras, la señora si sabe del tema, por lo menos en papel, aunque en el ejercicio lo dejó de manera diaria hace unos cuantos años.
Dado esto, y dado que la señora es de los pocos candidatos que he visto en mis años de jalar la calandria que si ponen por delante el tema ambiental (aunque sea en campaña), yo esperaría que 1) hubiera resultados tangibles en Chilangolandia después de que nos gobernó seis años, y 2) que podamos prever resultados visibles a nivel país en los siguientes seis años que nos va a gobernar. Si Trump la deja, claro. En este tema en particular los trancazos seguramente se van a poner buenos y le van a tocar en gran medida a Juan Ramón, Alicia Bárcenas y Luz Elena González. Será una buena novela para darle seguimiento y ver si sale luego en VIX.
En fin, chequemos algunos de los temas importantes en nuestra querida urbe chilanga, y que se ha hecho al respecto. ¿Va?
El show del transporte sostenible

Primero, toquemos el tema del transporte, porque si algo nos define como chilangos es sufrir en el tráfico o en un vagón del metro a las 8 a.m. Bajo la batuta de Sheinbaum, el transporte público tuvo su supuesto makeover. Se expandió el sistema de Metrobús, se amplió la red de Ecobici, y se alentó el uso de vehículos eléctricos. Todo suena bien en papel, ¿cierto? Pero, aquí va el detalle: mientras que la Roma y la Condesa bailaban en ciclovías nuevas, en Iztapalapa todavía se peleaban por conseguir una combi que no pareciera sauna.
¿El resultado? Sí, hubo menos emisiones en las zonas beneficiadas, pero la periferia de la ciudad quedó con el mismo caos vehicular de siempre. O sea, una “modernidad” que no alcanzó a todos. Es como un buffet donde sólo los de adelante alcanzan postre.
Luces LED y techos solares: el combo sustentable
Otro de los grandes hits de su administración fue la modernización del alumbrado público. Adiós, focos amarillentos; hola, luces LED que hacen que las calles se vean como sets de “Fast and Furious X”. Y no olvidemos los incentivos para paneles solares y gadgets verdes. Aunque, claro, estos beneficios parecían estar dirigidos más a quienes ya podían pagarlos que a las colonias donde la factura de luz es un lujo.
Porque, vamos, instalar paneles solares en una casa de 3 pisos en Polanco es fácil. Pero convencer a una familia en Tlalpan que apenas llega a fin de mes es otra historia. Si la idea era democratizar la sustentabilidad, esta política se quedó en un club VIP. ¿Qué opinará AMLO de que una política de la 4T beneficie solo a los fifis de Polanco y zonas similares?
La novela del reciclaje y los residuos

Ah, el reciclaje: ese sueño húmedo de cualquier político con conciencia ambiental. Durante esa administración, se promovieron programas de separación de basura, plantas de reciclaje y compostaje. Se habló de convertir el desecho en recurso, como si fuéramos alquimistas del siglo XXI. ¿El problema? Muchos ciudadanos ni siquiera saben cómo separar su basura o, peor aún, no les interesaba. Así que, aunque las plantas de reciclaje estaban listas para brillar, la materia prima (es decir, basura separada correctamente) simplemente no llegaba. Además, ¿de que sirve separar la basura si al subirla al camión todo se mezcla? ¿No deberían de existir camiones independientes para cada tipo de basura? No soy experto en el tema pero me suena que algo no funciona en el sistema de recolección de basura para poder reciclar. Y ni que decir de los sindicatos de pepenadores…
Y claro, no olvidemos el Bordo Poniente, ese épico basurero convertido en planta de biogás. Un proyecto impresionante, pero que también se sintió como cuando haces ejercicio por una semana y esperas haber bajado 10 kilos: los resultados aún no son visibles y al igual que otras magni-obras de la 4T no se ve para cuando.
Verde por fuera, pero… ¿por dentro?
Las áreas verdes también fueron prioridad. Se prometieron parques nuevos, árboles por doquier y más espacios para que los perros influencer pudieran posar para Instagram. Sin embargo, muchos de estos proyectos estuvieron ligados a desarrollos inmobiliarios de lujo. Es decir, sí, hay más verde, pero también hay más departamentos con rentas que hacen llorar a cualquier asalariado. La gentrificación se disfrazó de sustentabilidad. Me queda claro que el Parque La Mexicana está precioso. Incluso algunos camellones de camino al aeropuerto le quedaron bonitos y se utilizan. Pero honestamente no vi ninguna mejora en Chapultetrepo, Tlalpan, y otras grandes extensiones. Y, la neta, eso de cambiar las flores cada 3 meses en el camellón de Reforma hace que sea vea bien bonito, pero ¿no será mejor plantar unos árboles o plantas de larga duración que emitan mas oxígeno y que no nos cueste cambiar? No creo que nos sobre el dinero como Ciudad, ¿o si?
Agua, ese eterno dolor de cabeza

Si algo define a los chilangos es nuestra compleja relación con el agua. Solo pregúntenle a nuestros vecinos de Huixquilucan que opinan. Es como el novio camionero de los 80´s (entiéndase sin tecnología celular) que de repente llega, de repente no, pasa unas cuantas horas en casa y desaparece dos semanas, solo para regresar cinco días pero no sus noches. En mis mas de cuatro décadas no he logrado entender todavía cual es el razonamiento de la gente que administra las llaves para abrirlas y cerrarlas.
Pero en fin, durante la administración Sheinbaum, se promovieron sistemas de captación de agua de lluvia y plantas de tratamiento para reutilizar aguas residuales. Todo suena a un plan maestro; la realidad es que en muchas zonas vulnerables, abrir la llave sigue siendo una volado, y una apuesta el color del agua cuando si sale. Y ni hablemos de las fugas, porque eso ya es tema de un drama estilo “El Juego del Calamar.”
El gran “pero”: educación y conciencia
Sheinbaum también apostó por educar a la población, desde niños en las escuelas hasta adultos en redes sociales. Pero, como siempre, las campañas educativas llegaron como esos comerciales que ves pero no retienes. Se necesitaba algo más agresivo, más constante, algo que nos hiciera reaccionar. ¡Vamos, hasta los anuncios del Buen Fin tienen más impacto!
Comparaciones odiosas, pero necesarias
Si comparamos a Sheinbaum con administraciones anteriores, sí, su enfoque fue más ambicioso y estructurado. No cabe duda de que quiso hacer las cosas bien, y que sabe de lo que habla, pero gestionar una ciudad como esta gran urbe es como tratar de domar un león con una cuerda de plastilina. Sus predecesores también intentaron implementar políticas verdes, pero siempre quedaron más como parches que como soluciones integrales.
Entonces, ¿a dónde vamos?

La CDMX está en una encrucijada. Necesitamos acciones que realmente funcionen para todos, no sólo para algunos. Aquí van algunas ideas para tomar nota (y espero que alguien en el gobierno las lea):
- Transporte público verde y ciclovías para todos: No solo en las colonias de moda. Queremos que la movilidad sustentable llegue a las periferias y eso no es solo Santa Fe.
- Incentivos reales para energías limpias: Hacer accesible la instalación de paneles solares y otras tecnologías verdes para todas las familias.
- Reciclaje efectivo: Que cada casa tenga acceso a programas de separación de residuos y que las plantas de reciclaje funcionen al 100%. ¡¡Y que los camiones de recolección la mantengan separada!!
- Más verde, menos lujo: Espacios verdes para todos, no solo parques premium para desarrollos inmobiliarios. Mejorar los espacios actuales. Cada banqueta con árboles. Dense una vuelta por Atlanta o Kyoto, ciudades verdaderamente verdes a pesar de estar sumamente urbanizadas.
- Agua para todos: Invertir en infraestructura que elimine fugas y garantice el suministro, y con horarios y visibilidad transparente de cuando si llega y cuando no. O por lo menos un sistema de comunicación eficiente para que no se nos acabe a medio regaderazo.
- Educación ambiental 24/7: Campañas constantes, atractivas y, sobre todo, efectivas. Parte del programa escolar desde primaria. Que la SEP se ponga las pilas. Que nos enseñen a no tirar basura en las calles, a no comprar cosas en plástico, y así. Si otros países pueden, ¿Por qué nosotros no?
En fin, chilangos, la batalla contra el cambio climático es nuestra. Y aunque el camino es largo, con un poquito de esfuerzo (y menos bla, bla, bla), podemos lograrlo. ¡Herraduras a la obra! Porque, al final, si algo sabemos hacer los chilangos es sobrevivir, adaptarnos y, de vez en cuando, cambiar el rumbo. ¡Sigamos jalando las calandrias para llegar a un mundo mejor para nuestros potrillos!!
Post Data: Hay que seguir de cerca en los siguientes meses al papá del futbol mexicano. Disfrutemos el Vuelo del Águila en camino al tetra campeonato. Creo que será muy emocionante.