El aire libre… Esa necesidad, mezcla de oxígeno y otros gases que nos permite respirar, vivir, seguir adelante. Esa expresión que usamos para romper la rutina, salir del encierro de nuestros establos o casas, ver el cielo abierto y sentir el sol en nuestras caras. Ese espacio abierto en el que los potros pueden correr libremente mientras los caballos y yeguas se regocijan en el pasto…

Seamos sinceros. Hay pocos espacios grandes en Chilangolandia que nos permiten tener esa dosis de aire libre que tanto necesitamos. Tlalpan, Chapultepec, y algunos más. En la zona poniente de la ciudad, hay todavía menos espacios amplios arbolados, de esos que me recuerdan las llanuras grandes y limpias.

Por eso, es que el fin de semana decidimos la yegua amada y yo llevar a los potrillos al Parque la Mexicana, en pleno corazón de Santa Fifí. La Mexicana es un parque abierto, de treinta hectáreas, 18 de ellas de pasto y 6 de jardines ornamentales, inaugurado por Mancera en 2017. Tiene una pista para correr y andar en bicicleta de dos kilómetros, más de 3,000 especies diferentes de plantas, jardines especiales para mascotas, áreas exclusivas para niños (léase: no mascotas), instalaciones deportivas, un par de áreas de juegos infantiles muy bien montadas, y un corredor gastronómico en donde hay desde galletas y repostería de Los Tulipanes, pasando por pizzas y hamburguesas, hasta los tradicionales helados y nieves Roxi (existentes desde 1946, y siguen teniendo el mejor helado de cajeta y es el único lugar que inevitablemente me invita a tomarme una Coca Flotante).

Desayunamos temprano en el establo, porque si es necesario llegar temprano a La Mexicana. Siendo el único lugar grande y arbolado de la zona, la concurrencia tanto local como internacional es mucha, al grado que incluso el estacionamiento se puede llenar y hay que hacer fila para dejar la calandria. Eso si, llevábamos la bicicleta de mi potranca, y el kit completo de patineta del potrillo.

Hace mucho tiempo que no veía instalaciones tan buenas para la patineta. El SkatePark que montaron tiene todo, desde una Pool en “u” y unos 1,200 o 1,500 metros cuadrados de Street, completo con rampas, escaleras, barandales, etc., muy liso y cuidado, sin una sola grieta. Prestan ahí mismo cascos para los despistados que no los lleven, pues su uso es obligatorio bajo cualquier circunstancia.

La pista para bicicletas está de igual manera en excelentes condiciones, con los relieves importantes bien marcados, y la pista para correr es suave, para cuidar los pies y rodillas de los que si hacen ejercicio. Incluso, la zona de gym pública está, a diferencia de en otros parques de nuestra gran urbe, muy bien cuidada, con un mantenimiento excelente.

En las zonas de juegos infantiles hay desde arenero hasta tirolesa. La araña de cuerdas es muy alta, para los potros más valientes. sube-y-bajas, columpios de todos los tamaños, y resbaladillas con sus respectivos puentes colgantes no faltan.

Mucho pasto para jugar futbol, americano, o cualquier otra cosa que se antoje. Cafetería para reposar, unos baños limpios (esos tienen costo), un espejo de agua, un lago (no es para nadar), fuentes de piso…. Honestamente, es imposible aburrirse ahi. Es necesario no tener prisa por salir, pues puedes pasar un día entero, ya que los restaurantes tienen comida para todos los presupuestos.

Un par de detalles excepcionales es que han logrado mantener al comercio ambulante alejado del parque, y que hay seguridad por todos lados, por lo que realmente puedes estar en paz disfrutando del “aire libre.” Además, no cuesta la entrada, solo el estacionamiento y lo que consumas.

Por desgracia nos teníamos que salir de La Mexicana, y cruzar la ciudad hasta el lado Oriente, pasando por el Smog Chilango, Periférico y Viaducto. Después de una travesía de más de una hora en la calandria, llegamos al Palacio de los Rebotes, para disfrutar de un show de Disney on Ice.

En esta ocasión, era la interpretación sobre hielo de Frozen, esa película que estoy seguro que los que somos padres de potrancas menores a 10 años hemos visto incontables veces. ¿Que padre amoroso no ha cantado a todo pulmón “Libre Soy” – el tema musical principal de la película – aunque sea amante del Metal?

Nunca había tenido el gusto de ir a uno de estos shows, y la verdad es que salí con un buen sabor de boca. La producción del show es buena, con bastante tecnología en los escenarios móviles, y unos disfraces muy bien armados. El show incluye apariciones de Mickey, Minnie, Goofy y los demás personajes tradicionales de Disney, más la historia completa de Frozen. Los patinadores son bastante buenos, dando piruetas y marmotas al por mayor durante todo el espectáculo. Los juegos de luces permiten enfocar muy bien la vista en lo que se debe ver y no en los tramoyistas. Es una lástima que el Palacio claramente no es un lugar bueno en cuestión de acústica, lo que hace que el sonido no sea bueno, pero pues eso ya lo sabemos todos. Y si le analizamos los exorbitantes precios que cobran por una simple coronilla con luces o un vaso de princesa, además de las palomitas y las aguas o refrescos, uno entiende porque el comercio ambulante es tan exitoso afuera de las instalaciones. No digo que esté bien, solo que entiendo porque es buen negocio.

Terminamos todo temprano, para regresar al establo y que los potrillos se echaran el baño necesario después de tan arduo día, pues había clases el lunes. Si vieran que bien durmieron los potrillos después del ejercicio matutino y la emoción de Frozen, los llevarían este mismo fin de semana.