Cultura Chilanga Dominical: Descubriendo a Picasso y Visitando al Cardenal

Cultura Chilanga Dominical: Descubriendo a Picasso y Visitando al Cardenal

Me imagino que muchos de ustedes ya están al tanto de los grandes esfuerzos que se han realizado en las altas esferas gubernamentales en los últimos años por lograr “culturizar” a la población un poco más cada día. Es por eso que, desde hace un tiempo, en la Ciudad podemos encontrar exposiciones de artistas que hace un par de décadas era imposible apreciar aquí. Así, en esta Ciudad, que está continuamente compitiendo entre las primeras dos por ser la que más museos tiene, ya también puede presumir que tiene exposiciones de calidad en los pasillos.Hace unos meses, el Museo de Bellas Artes mostró una excelente exposición de cuadros de Toulouse-Lautrec, ese pequeño artista francés altamente famoso y conocido por sus ilustraciones y carteles, aunque también realizó unos óleos y acuarelas fabulosos. Actualmente, en el Museo Jumex, hay una exposición de Andy Warhol, que trata de mostrar a los paseantes que su arte es mucho más que la fotografía coloreada de Marilyn o una pintura de una lata de sopa.Sin embargo, en el tour que nos propuso a mi y mis potrillos la Yegua Amada, estaba, como primera parada, de nuevo el Museo del Palacio de Bellas Artes. En esta ocasión, y hasta finales de septiembre, hay una exposición con un concepto muy interesante. A alguien se le ocurrió comparar a dos de los grandes artistas de la primera mitad del Siglo XX: Picasso, nativo de España, padre del cubismo, y a Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, mexicano, esposo de Frida, gran muralista internacional. Ambos nacieron en la misma década (1882 y 1886 respectivamente), y experimentaron con los mismos estilos antes de establecer el suyo propio. Desde muy jóvenes estudiaron profundamente las técnicas pintorescas, cada uno por su lado, y fueron evolucionando hasta alcanzar su clímax artístico con La Guernica El Hombre Controlador del Universo – discutiblemente sus mejores piezas – mas o menos en la misma época, en la década de los treintas.

Guernica
La Guernica, de Pablo Picasso

La exposición es un combate, un enfrentamiento frío y calculado, entre ambos autores. Muestra piezas del mismo estilo, en los mismos años de cada uno de ellos, desde un par de cuadros de academia que muestran una cabeza de una estatua griega hechos a principios del Siglo, hasta cuadros comparativos durante los veintes, totalmente cubistas.A través de la comparación y la evolución mostrada en los cuadros, se pueden notar las diferencias en sus estilos. Rivera, mas abierto, sin tanto contorno, sin desglosar las imágenes, parece tener una influencia mas impresionista en sus cuadros en su manera de diseñarlos, desde sus inicios. Eso mismo se puede apreciar en los grandes trazos y pocas arrugas mostradas en sus murales posteriores, exhibidos a lo largo y ancho de nuestra Ciudad. Picasso, por su lado, parece haber estado más influido por el realismo, pues sus óleos tienden a ser más detallados, o por lo menos delineados, en su diseño base – lo cual contrasta con las grandes ilustraciones en pocos trazos que también lo hicieron famoso, como su paloma de la paz, el toro y sus cuerpos desnudos. En el Rivera de finales los años 10’s, se nota claramente la ira causada por la Revolución, y la influencia de la guerra en sus cuadros. Picasso, quien en ese momento no tenía la cercanía de la guerra, muestra experimentos con sus sentimientos, durante su época rosa y azul. En la exposición, por cierto, se puede observar una obra que es claramente una excelente muestra de ésta última.

A la hora de comparar los momentos cubistas de Rivera con Picasso, hay notables diferencias, comenzando por la composición, en donde Picasso se ve mucho mas agresivo, partiendo las figuras en mas componentes, hasta en el colorido, en donde Rivera utiliza tonalidades mas cálidas y no tan “circenses” o llamativas como Picasso (aunque cabe aclarar que Picasso usó mucho el café y el rojo en una época, aquella en que hizo, por ejemplo, La Guitarra).La exposición vale bastante la pena. Desde mi punto de vista, le fallan dos puntos: primero, es corta. Considero que con estos artistas tan prolijos, se podría haber llenado el Palacio completo, y no solo la mitad de un piso. Y segundo, si bien hay obras muy representativas de ambos, creo que faltaron las mas conocidas, y posiblemente las mejores. Hay que aceptar que la logística interna de la exposición es excelente, pues está lo suficientemente bien organizada para que los transeúntes que se aparecen por ahí, con carriolas y todo, no se estorben, caminen siguiendo la ruta planeada, y logren ver todas las obras en la manera como fue diseñada la comparativa.

El domingo, saliendo de Bellas Artes, tuvimos una grata sorpresa. Al ir caminando sobre la calle de Filomeno Mata, atrás del Banco de México, de 5 de Mayo hacia 16 de septiembre, el potrillo divisó un uniforme de un soldado a través de una ventana. Era una tienda con muchos artículos militares, como cantimploras, sudaderas, mochilas, juguetes, etc., y fue una grata sorpresa ver que, a un costado, se encontraba la entrada al Museo del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos (versión Centro Histórico, porque el completo está en Tlalpan).Es una pequeña exposición, recorrida en su totalidad en unos veinticinco minutos con todo y la respectiva lectura completa, que vale mucho la pena. Comienza con un pequeño tributo a los caballeros aztecas, mostrando su vestimenta, armas y escudo, y continua enseñando al público las diferentes armas y uniformes que han utilizado los diferentes ejércitos que han estado activos en nuestro país, desde el Trigarante, el Porfirista, el Insurgente, y el actual. Poseé dos elementos que llamaron mi atención mas de lo normal: las espadas de esgrima de Don Porfirio, y los restos del motor y la hélice de un avión mexicano caído en la Segunda Guerra Mundial, mostrado al lado del actual Caballero Aguila, como se les conoce a los pilotos-paracaidistas mexicanos actuales.

Saliendo del Museo, y caminando por 16 de Septiembre, nos topamos con la Patelería Ideal, lugar tradicional de galletas, pasteles y pan dulce. Fue inevitable salir de ahí con la respectiva cajita de “pastas” de un kilo, por tan solo noventa pesitos, que seguramente nos va a durar como dos semanas.

Para culminar el paseo por nuestro Centro Histórico de este fin, degustamos de una excelente comida en el tradicional restaurante El Cardenal, a un costado del MUNAL y a una cuadra de Los Girasoles, conformada, en el caso de los potrillos, por una pechuga de pollo asada de muy buen sabor; en el caso de mi Yegua Amada, de una sopa de tortilla que se veía envidiable; y en mi caso, de una Ensalada Oscar (nunca la había probado y, honestamente, me sorprendió) y un corazón de filete marinado y acompañado de unos champiñones a la no-se-que muy sabroso. El vino de la casa es muy recomendable, y la atención de Jorge, el mesero, fue excelente, ganándose su propina como Dios manda.
Y de ahí, al establo, a reposar el resto de la tarde en compañía de la familia.

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