El Presidente Directivo

El Presidente Directivo

Presidente: persona que preside un órgano público colegiado, elegido democráticamente para servir los intereses de los gobernados, accionando las políticas que que representan a la mayoría que lo designó.Director General: persona investida de máxima autoridad en la gestión y dirección administrativa en una empresa, organización o institución que actúa representando los intereses de los accionistas, generalmente ejecutando acciones que incrementen el valor monetario de la misma, ya sea mediante incremento en utilidades o en valor accionario.—————Mucha gente opina que tener como presidente de una nación a una persona con un buen récord como Director General de una o varias empresas es buena idea. Y, en principio, puede sonar lógico: si ha tenido éxito dirigendo empresas transnacionales, o ha logrado hacer crecer una empresa de manera significativa durante su gestión, sería razonable pensar que puede hacer lo mismo con la economía de un país.

lider autoritario
El DG del Establo anterior, autoritario y déspota

Pero analicemos este razonamiento un poco más a fondo. En principio, un Director General tiene como misión principal incrementar la rentabilidad de la empresa, creando así valor para los accionistas, y suele ser designado por “dedazo”. Debe lograr reducir costos, incrementar ventas, subir el margen, o una combinación de las tres para poder extraer la mayor cantidad de dinero de cada uno de los recursos, materiales y/o humanos, a lo largo del tiempo. Sí, puede ser que le dé atole con el dedo a los empleados, incluso que les otorgue ciertas prestaciones como concesiones a sus demandas, pero en el fondo, tomará las decisiones basado únicamente en la productividad o rentabilidad de cada peso invertido o gastado. Entonces, un gran Director General es aquel que, actuando en representación de los intereses de los accionistas, ha logrado extraer el mayor valor de los recursos obtenidos a partir de la inversión de los mismos. Si en un determinado tiempo no cumple con sus métricas, el Comité tiene la facultad de correrlo.Por principio, esta filosofía es excelente en un régimen capitalista (no se que opine el Peje al respecto – y la neta, no me interesa por el momento). Pero es antagónica con la función presidencial en un régimen democrático. 

Un presidente debe de velar por los intereses de su pueblo, tomando las decisiones consistentes con aquellas plataformas de campaña que lograron que una mayoría representativa lo eligiera (aunque a veces también sea por “dedazo”). Estas acciones deben estar enfocadas en incrementar el bienestar de la población, y la teoría económica indica que el bienestar social no es equivalente al bienestar económico, sino que el segundo es solo un componente del primero. Cualquier economista con tres dedos de frente puede explicar este concepto a fondo, e incluso las materias de Economía Política de cualquier licenciatura se enfocan en esto. Por ende, el presidente no puede, ni debe, preocuparse por extraer valor económico de la población o los componentes de la economía; debe de preocuparse por crear las condiciones económicas, sociales, comerciales y políticas que le permitan a sus representados incrementar su nivel de vida, su satisfacción, su educación, sus oportunidades de crecimiento – personal y profesional – y desarrollar el valor de la economía a través de la medición de “útiles” (no pienso definir eso aquí, pero les dejo la liga para quien le interese: https://es.wikipedia.org/wiki/Utilidad_(econom%C3%ADa)). Del mismo modo, se le debe poder medir a través de la creación de dichos útiles. Si no cumple, el pueblo tiene la oportunidad (o debería tenerla) de correrlo o de no reelegirlo.

Mikel Arreola
Mikel Arreola, DG del IMSS

Por ejemplo: una empresa del sector salud perteneciente a la iniciativa privada, debe proveer servicios relacionados a la salud, con el objetivo de obtener un margen de utilidades monetarias que luego se le puedan repartir a los accionistas. Para esto, el Director General debe crear estrategias enfocadas a obtener el mayor flujo de pacientes, dispuestos a pagar una cuota determinada por el servicio en cuestión. Para esto, obtiene las mejores instalaciones, los mejores doctores, “pricea” sus servicios, etc. Por otro lado, el sector salud público se debe preocupar por que todos tengan un servicio médico de calidad competente por un precio mínimo o gratuito según las condiciones socioeconómicas del pueblo (es muy debatible lo que se considere “competente”; habría que ver que opina Mikel Arriola al respecto, o que se lance a esperar once horas en una silla con la pata rota mientras el doctor se liga a la enfermera). Esta misión, por definición, no es compatible con la obtención de rentabilidad en el servicio otorgado. Al contrario, se trabaja con un presupuesto limitado, y se debe pensar en como ejercerlo de la manera más eficiente posible, dado que va a ser un gasto irrecuperable para el gobierno. Si hubiese un excedente, se puede o debe gastar creando nuevas oportunidades para la población relacionada a ese sector.Por lo tanto, la visión que tanto éxito le pudo haber brindado al Director de la cadena de Hospitales Ángeles, o a Médica Sur, o a Seguros Monterrey, no es compatible, ni ejercible, ni similar siquiera, a la visión que debe tener el Director General del IMSS o del ISSSTE, por ejemplo. Esta misma comparativa aplica para todas las dependencias de gobierno. Y por ende, también a la presidencia. Por lo tanto, la creación de valor monetario no es compatible con la creación de utilidad de bienestar social. Resultan visiones y misiones diametralmente opuestas.¿Ya los convencí? Entonces viene la pregunta: ¿¡¿¡que demonios hacen Directores Generales tratando (o siendo) presidentes?!?! Y peor aún, ¡¿¡¿qué demonios hacen Directores Generales mediocres tratando (o siendo) presidentes !?!?Todavía un Director General exitoso podría argumentarse que tiene las competencias necesarias para entender el cambio de visión y lograr incrementar el bienestar social. Pero cuando te encuentras con un presidente que, durante su gestión como Director General, llevó a compañías enteras a la bancarrota, Chapter Eleven, o algún similar, porque se cree “astuto, ya que la ley lo permite en sus huecos”, sin importarle en lo más mínimo el bienestar de sus empleados, pues con más razón se debe dudar de su capacidad para presidir un país entero. En estos casos, es increíble como se puede aprovechar de la idiosincrasia de la población general – y del sistema – para ganar una elección. Unos cuantos cientos de dólares para determinar que le duele a la mayoría de la población, un par de contrataciones inteligentes para armar discursos medianamente coherentes, y una mayoría de la población poco educada o prejuiciosa, y todo es posible. Con dinero baila el perro, ¿no?Este argumento no significa que el candidato a la presidencia no deba tener habilidades probadas administrativas; al contrario, su función principal es la administración de los recursos obtenidos a través de los impuestos, enfocando dicha administración al bienestar social. Dicho bienestar social, según la teoría utilitarista, solo es creciente bajo un esquema de libre mercado, por lo que las acciones ejecutables de ciertos discursos populistas (léase: choros pejistas) no son sostenibles ni crecientes. 

AMLO
Esto me lo mandó el Peje hace unos días…

Hay que tener mucho cuidado con este punto en particular, pues la repartición equitativa de la riqueza no funciona, y se ha comprobado en muchas economías a lo largo de la historia (solo que se tengan esclavos, lo cual estaría en contra de los Derechos Humanos). Para repartir algo, por definición, primero hay que tener algo. Al repartir lo que un sector de la población ha obtenido con su trabajo y sudor, entre el resto que puede no estar sudando de la misma manera, se crea un incentivo perverso para no seguir sudando. Entonces se deja de tener qué repartir entre todos, y cada vez nos tocaría menos, y menos, y menos, hasta que no haya nada. Pero esa es otra historia.Regresando al tema: ¡¿¡¿qué hace Tr… perdón, un Director General mediocre en la presidencia de un país?!?! Además, si éste es caprichoso, polémico, autoritario, sinvergüenza, sin modales, con poco carisma y sin educación política, es tres veces más peligroso. Y si, encima de esto, logra colarse en la presidencia de algún país influyente, pues afecta los intereses de todos los humanos de rebote. Para mi, un simple caballo, resultaría una tontería que un país “primermundista” elija a un presidente así (si es que no ha pasado). Y me da mucho gusto que existen instituciones racionales que siguen colocando a México como el mejor “país en desarrollo” en el cual invertir, dado que los analistas han dejado de creer en los discursos populistas de algunos líderes que cumplen con las características del Presidente Directivo. Han sido tales las muestras de irracionalidad que han mostrado, que poco a poco los mercados han aprendido – a la mala – a no actuar hasta que ellos logren actuar, lo cual no resulta fácil con los filtros legislativos que por suerte gente más inteligente que nosotros colocó como controles en la ley hace muchos años.Pero bueno, esta es la opinión de simple caballo que trabaja jalando una calandria todos los días para darle de comer a sus potrillos… Ustedes, ¿qué opinan?

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