Una disculpa a todos!!! Ayer no pude enviarles nada para que se entretuvieran unos minutos, pero fue un día complicado. Ayer, 14 de febrero, fue San Valentín (también conocido como el día mundial del jabón Rosa Venus), día iconoclasta que celebra el amor y la amistad entre las personas, que no es lo mismo que el día de “hazle el amor a la amistad.”
Independientemente de los estragos que un día como este ocasiona en nuestra gran urbe, tengo que contarles lo que pasó en la noche, cuando llegue a mi casa, cansado, después de 78 minutos de tráfico para avanzar los 7.2 kilómetros que hay del lugar donde arreo diario para ganarme la vida, a mi establo. Mi calandria casi se queda sin gasolina y un par de humanos casi chocan conmigo, mostrando su amargura porque seguramente no tienen amigos ni amores con quien festejar ese día.
Pero por fin llegué. Despejé mi mente, tomé varias bocanadas de aire “puro”, dejé los problemas laborales afuera de la puerta, e ingresé. Mi yegua amada me esperaba bajo una cobija en la caballeriza, ya con los potros dormidos, lista para cenar. Me acerqué lentamente (¡de aqui soy!), y, de pronto, me pide un Kleenex (¿?). Me dirijo al armario, donde están los Kleenex, y se podrán imaginar mi sorpresa al ver que mi regalo de San Valentín reposaba ahi, a simple vista para que la encontrara. Gran sorpresa, porque, en diez años, ¡casi nunca hemos celebrado este día! Una manta bajo-silla y unas galletas Mac-Ma de las que me fascinan porque me recuerdan mi infancia si las bañas en cajeta!! Regresé, di las gracias, y fui por su regalo: una excelente paleta de chocolate en forma de osito cursi con un corazón…
Según yo era una buena alternativa a las típicas flores que suelo llevar en días como este, ¿no? A mi yegua le gusta el chocolate (generalmente consume Carlos V), y tiene el detalle que dice “Te Amo” en el corazón, y es cursi por el osito. Hecha de Choco-Krispis, la neta no se veía mal en l a tienda cuando la compré. Además, en todas las caricaturas que veíamos de chiquitos, ¡¡los hombres llevan chocolates a sus parejas!!!
Pero, como buen caballo, se me olvida la regla básica de los regalos a las yeguas: si tu crees que es buen regalo, no lo compres.
Imaginen su cara: desde que vió la paleta, pensé “ya valió sorbete esto…”
Cuando por fin fue hora de dormir, estuve pensando un buen rato en lo que podría pasar si los hombres tuvieran ese poder que muestra Mel Gibson en su clásico del 2000 “Lo que ellas quieren” (What Women Want). Esa película en la que, después de electrocutarse con una secadora de pelo en la tina, empieza a escuchar los pensamientos de las mujeres. Sabrían que regalar, cuando no acercarse, cuando el “no” es “si” y el “no” realmente es “no”, a que lugar quieren ir para cenar, que película quieren ver, y mil cosas mas que los hombres suelen decir directamente (no todos, lo se, pero muchos por lo menos). Sin duda la vida de ustedes hombres sería bastante mas fácil, ¿no?
Según varios estudios, el hemisferio izquierdo del cerebro está mas desarrollado en los hombres, por lo que son mas calculadores, matemáticos y directos. Por el contrario, el cerebro femenino está mas desarrollado en la parte derecha, dando pie a que el lenguaje y las emociones sean su fuerte. Esto implica que la mujer ve al mundo como un todo (por eso son multi-tasking) y el hombre lo ve desglosado (por eso no escucha cuando ve la televisión). Por eso el hombre no entiende indirectas y la mujer lee entre las líneas de lo que dicen sus amigas, manteniendo varias conversaciones a la vez (mi madre y sus amigas eran conocidas como “las urracas” en mi establo de la infancia). Son evolutivamente diferentes. Hablemos de equidad todo lo que quieran, y con razón, siempre y cuando reconozcamos las diferencias, las abracemos, aceptemos, y continuemos. Las mujeres son igual de capaces que los hombres para cumplir cualquier función laboral; incluso, biológicamente tienen mas funciones que los hombres (dar a luz, por ejemplo). Así que, sin duda, todo sería mas fácil si los hombres fuesen Nick Marshall. Pero no se hagan guajes. Las relaciones perderían el chiste si eso pasara. Parte básica de la convivencia entre los hombres y las mujeres es ese misterio que la mujer le pone a la vida diaria, que los hombres (mandilones todos) en el fondo aman aunque nunca lo vayan a admitir. La interpretación de las palabras los mantiene cerebralmente activos. El seguir la conversación cambiando de tema sin previo aviso. Cuando dar el anillo de compromiso y que flores escoger para la boda.
Ese volverse adivinos y sentirse fregones cuando le atinan al regalo que quería.
Lección aprendida: nos engañaron en la infancia, haciéndonos creer que los chocolates son buenos regalos de San Valentín. No vuelve a pasar, y me queda claro que la incomprensión entre hombre y mujer también aplica para caballos y yeguas.